sábado, 5 de marzo de 2011

hasta la muerte

Tengo la costumbre de leer la última página de los libros antes de empezarlos. R. me lo enseñó. Es una prueba. Si la última página merece la pena, entonces me voy a la primera. Así que la primera apachería que leí fue la nº 50. Resulta que en México, al amor con sufrimiento se le llama popularmente “Amor Apache”. Y yo me pregunto qué otros amores hay. Descubro que el mío siempre ha sido apache. Y estoy cansada. Llanto, gritos, amenazas, idas y venidas, y luego promesas, calma, sueño y calor. Vuelta a empezar. No quiero venganza. Sólo necesito unas buenas botas para huir. Y que aguante el corazón.


Calamity Jane en la tumba de Wild Bill Hickok en Mt. Moriah

Por qué hay algunos libros que parecen hablarme directamente a mí. Qué hijos de puta. Luego no puedo abandonarles. Voy cargando con ellos en cada mudanza. Son "los escogidos". De vez en cuando los abro por cualquier página, para que vuelvan a susurrarme algo. Creo que a la literatura no hay que pedirle que sea buena o mala. Yo le pido que me hable, que me atraviese, y lo más importante, que me meta prisa por vivir y escribir. Y ahora tengo tanta prisa que corro peligro.

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