miércoles, 11 de mayo de 2011

recompensada

Mi cuerpo empezó a responder la semana pasada. De repente. Como si diese un salto. Y hubiese despertado y dijese: "eh, tú, estoy aquí, puedo con ésto y con mucho más, vamos allá, entrégate". Cada vez se me niega menos. Y miro alrededor y veo toda esa belleza moviéndose entre los sacos y sé lo mucho que me queda. Demasiado. Pero me agarro a esas pequeñas mejoras diarias. Y a esa sensación cuando bajo al vestuario y me meto bajo el chorro de agua. Y pienso en las cosas que me ha dicho M. ese día y que no debo olvidar. Y deseo entregarme más (porque todavía no me entrego todo lo que quisiera). Y tener agujetas nuevas. Y decido la hora a la que voy a volver mañana. Y me voy al metro sabiendo que hoy me he salvado. Un día más de salvación. Esa es la recompensa.