sábado, 30 de octubre de 2010

Sí, estoy llena de rencor y odio. Empiezo a sospechar que no se va a terminar. Seguro que acaba sirviendo para algo.

viernes, 29 de octubre de 2010

resistiendo

En estos días de aislamiento pienso en ese misterioso libro que escribió T.E. Lawrence, Guerrilla, en el que desvela con clarividencia las estrategias del combate en el desierto. Lawrence está convencido de que la guerra puede vencerse sin derramar sangre, es decir, sin librar la batalla. Su idea de guerrilla se basa en la ausencia, en el conflicto a distancia, en la invisibilidad. Lawrence propone “no entrar jamás en contacto con el enemigo, no ofrecerle nunca un blanco”.

Lawrence comprende que la disciplina del ejército regular impone un límite de energía alcanzable, restringe y asfixia la individualidad para obtener el mínimo común denominador de los hombres. Y sabe que la preparación del guerrero debe ser tan meticulosa a nivel físico como moral y espiritual, porque ante el enemigo siempre estamos solos. Lawrence afirma que “en la guerra irregular si dos hombres están juntos uno está siendo despreciado. La tensión moral que implica la acción aislada hace de esta forma de guerra simple algo muy duro para el soldado individual, y exige de él una iniciativa especial, resistencia y entusiasmo”.

Como soldado en el margen le pregunto a Lawrence quién va a recogerme si me derrumbo, si dudo, si ardo, si enfermo.

Lawrence propone ser como el viento, estar en todas partes y en ninguna, siempre en otro lugar, negándole al enemigo un blanco contra el que disparar. No ver al enemigo, ni dejarse ver por él. Desaparecer. Porque “los fantasmas pueden causar mucho miedo a los ejércitos”.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Me gustaría conformarme con seguir
amando lo que siempre he amado.

Es la única forma de no perderme.
Saber a quién y a qué pertenezco.

No aspirar a amar ni más ni distinto,
ni lo nuevo ni lo lejano.

No soporto mi insatisfacción permanente.

martes, 5 de octubre de 2010

Ayer encendí la calefacción. Otra vez. La calefacción es como el entierro del verano, el rito perfecto para olvidar la pérdida de tiempo, los putos fuegos artificiales, los huesos derretidos, las bebidas con limón, los viajeros simpáticos de paso. Porque la gente que de verdad te quiere está contigo en invierno y te aguanta cuando tiritas de frío y te pasa un trozo de su manta. Y no se van por la mañana porque por la mañana es de noche.