miércoles, 16 de marzo de 2011

this little light of mine

Sí. Necesito más música. Toda la música. A la vez. Y hasta el fondo.
Me pondría a Bach entre las costillas. A Sainte-Colombe en las clavículas. A Ryan Bingham entre los ovarios. A Woody Guthrie en las rodillas. Y unas cuantas rancheras y corridos en las mandíbulas. Y a los rumanos en los pies. Y a los demás en los hombros, los codos, las muñecas. Todos dentro sonando y estallando.Y me rompería en añicos. Y mi muerte sería una fiesta. Y hasta yo sabría reírme.
Necesito conciertos. Hoy quisiera saberme todas las canciones del mundo y desgañitarme cantando por la ventana para matar ese silencio insoportable que llevo dentro, en el que puedo escuchar cómo se desgarra algo que no sé cómo llamar. O que no quiero llamar de ninguna manera. Me rompería la garganta esta noche para no escucharlo. Me reventaría a cantar hasta la extenuación para no escucharlo.
Cansarme. Tengo que cansarme. Todavía más. Más. Más. Y mover las putas cajas de cartón de la mudanza. Y sacar. Y colocar. Y frotar. Y arrancar. Y tirar. Tirar mucho. Y cortar. Y clavar. Y mientras, no parar de cantar. Cantar aullando. Cada minuto cantar. Y luego vagabundear por las mismas calles de ayer, como una tonta.
Hoy me ha venido a la punta de la lengua algo que me escribió R. hace unos años:
“y que todo arda
pero que nada se queme
con el alma a toda orquesta
con la pena a todo trapo”
Eso es.Exactamente lo que quería decir.

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