Tengo todas las palabras pataleando dentro. Pero al llegar a la garganta se convierten en piedras. No puedo decir mucho. Voy a Gran Vía a llorar, es como irse al bosque. Nadie pregunta. Miro las botas de todos los escaparates. No son botas para huir. Me siento en una esquina. Plaza de la Luna. O Montera. O Ballesta. Junto a las putas. Y las escucho parlotear en idiomas que no sé ni cuáles son. Y te escribo mientras las putas esperan. Escribo a una muerta. Porque sólo una muerta puede escuchar mis garabatos. No sé si esto es el final. O el principio. O es lo mismo. Pero lo quiero todo. Yo no puedo esperar.
Sigue preparada,
la otra calamidad

Deadwood Gulch from Scribners monthly - 1877
P.D. Hay una cosa segura: sabré reconocer el tronco donde te sentabas a llorar y a escribir si llego a Deadwood. Igual que tú sabrías reconocer las esquinas donde me abandono.
¿No crees que los lugares pueden guardar nuestras lágrimas y escupitajos, igual que los cuerpos?
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