miércoles, 13 de enero de 2010

Se puede medir el sufrimiento, igual que se mide la temperatura de un cuerpo enfermo o la velocidad de un cuerpo que corre. Se puede medir la intensidad de una tortura con una meticulosidad inimaginable. Debería escribir las escenas de la cárcel con esa actitud de perversidad minuciosa y mezquina. Es la actitud del niño que planea cómo va a cazar una lagartija y cómo, exactamente, va a cortarle el rabo. No puede ser tan difícil entonces, ponerse en el lugar del torturador, porque todos llevamos uno dentro.

Hay tres categorías en las prácticas de tortura empleadas en las cárceles de la CIA:
-preparatoria (desnudez, manipulación de la alimentación, privación del sueño)
-correctiva (los golpes)
-coercitiva (duchas de agua fría, encierro en cajas, suplicio de la bañera)

(ver link>>
torturadores)

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