jueves, 11 de marzo de 2010

lucidez

"¿Querer ser hombre? Yo soy mejor que eso. No me interesa el pene. No me interesa ni la barba ni la testosterona, yo tengo todo el coraje y la agresividad que necesito. Pero claro que quiero todo lo que un hombre puede querer, como un hombre en un mundo de hombres, quiero desafiar a la ley. Frontalmente. Sin atajos y sin excusas. Quiero obtener más de lo que prometieron al principio. No quiero que me cierren la boca. No quiero que me digan lo que tengo que hacer. No quiero que me abran la piel para hincharme los pechos. No quiero tener un cuerpo longilíneo de adolescente cuando me acerco a los cuarenta. No quiero huir del conflicto para esconder mi fuerza y evitar perder mi feminidad."

Virginie Despentes

lunes, 8 de marzo de 2010

"proletaria de la feminidad"

A mí en realidad Rigola me importa tres carajos. No le he dedicado ni uno solo de mis pensamientos desde que terminé de escribir el post de ayer.

Tengo en el cuerpo la Revolución Despentes. Teoría King Kong. Ayer devoré este libro con la sensación de que me interpelaba a mí y sólo a mí. No sé cuánto voy a tardar en digerirlo. No sé cuándo podré hablar de ello, escribirlo. El libro me ha reflejado como un espejo, vomitada, dolorida, acallada... lo que llevo más de diez años queriendo olvidar.
Hay palabras que todavía no soy capaz de decir, después de tanto tiempo. El esfuerzo por ocultar ha dado su resultado. Lo que no se nombra, no existe, no ha ocurrido. Aunque el cuerpo tiene su propia memoria. Todo vuelve. Hoy me he despertado con todo aquello bombardeándome. No me lamento. Pero no sé cómo deshilvanar la náusea.

[ Aquí hay varios extractos del libro: http://www2.unia.es/artpen/descargas/despentes_teoria_king_kong00.pdf
Y una entrevista: http://www.melusina.com/rcs_gene/54-062.pdf ]

domingo, 7 de marzo de 2010

Rock'n'roll

Ayer, al volver del Matadero, me metí en el blog de Alberto Olmos. Una amiga me acababa de hablar de él. Y dije, voy a curiosear y a ver si se me pega un poco su "sentido crítico del humor" por algún lado. Me encuentro con un post en el que afirma que no tiene intención de ir al teatro nunca más. ( http://hkkmr.blogspot.com/2010/02/teatro.html )
Es algo que yo digo mucho pero que nunca cumplo. Siempre acabo volviendo.
Así que no me voy a poner tan radical. Pero voy a decir que no creo que vuelva a ver nada más de Álex Rigola. Con San Tom Stoppard no me voy a meter. La obra me dieron ganas de leerla tranquilamente en mi casa, sin tanto artificio alrededor.
A mí lo que me preocupa es no emocionarme nada.
Joder, la obra dura casi 3 horas (que no aguanté). Es un despliegue constante de medios. Y algunos sabemos lo que puede costar cada caprichito: el césped, la plataforma que se eleva, la nieve... Rock'n'roll es como una demostración de perfección. La iluminación, las transiciones, el uso del espacio... Pero y después ¿qué?
Es una pena que no sea una demostración de fuerza. A mí me encanta sentir a un actor dejándose la piel a toda costa.
Pero aquí no había lugar para eso, se trataba de decir todas esas palabras juntas (un grandísimo discurso detrás de otro), y chillarlas para que todo el mundo las oiga, y hacer entonaciones para que no sea tan monótono. A eso lo llaman "defender la palabra". Cuando no sucede nada en el cuerpo, cuando no hay emoción -ni verdadera ni falsa, ni en el espectador ni en el actor, ni en todo el montaje-, le llaman "defender la palabra". Un teatro de la palabra. Qué cojones es eso.
¿Se refieren a que me tiene que "estimular intelectualmente"?
Había algo robotizado en la obra, es una sensación: el ritmo, el engranaje estético, y los actores en medio... Una maquinaria en la que era bastante difícil entrar (y disfrutar). Formas vacías. Qué tristeza.

Claro, si no se tiene ningún sentido del humor -como es mi caso-, experiencias como la de Rock'n'roll pueden destrozarte. Lo único que me queda es mi libertad para no volver a ver una "rigolada". No hay nada más que pueda hacerse frente a estas monstruosas producciones...

viernes, 5 de marzo de 2010

Edgar Hilsenrath en Madrid

No mereció la pena faltar a una clase de inglés para asistir a esta presentación. No digo que sea la última clase de inglés a la que falto, pero sí me atrevo a decir que no quiero volver a asistir a la presentación de un libro en toda mi vida.

1.- Después de la sucesión de agradecimientos de unos y otros, se presentó el libro. Hilsenrath leyó un fragmento. Y después las preguntas. De toda la gente que estábamos allí, creo que sólo dos habíamos leído el libro. Aún así hubo bastantes preguntas al señor Hilsenrath. Preguntas muy generales y bastante tontas, esa es la verdad. En este país nos encanta hablar de lo que no sabemos. y sobre todo, que nos den un micófono para lucirnos todo lo que podamos en 43 segundos y demostrar que tenemos opiniones propias. A mí me dio cierta vergüenza cuando se le preguntaba por cosas que están en el libro, como el por qué del título (Fuck América). O peor todavía, por cosas que tienen que ver tangencialmente con su obra y su trabajo.
Los libros no se hablan, joder, se leen y se experiencian.

A favor del acto puedo decir que fue un placer escuchar la voz del traductor, Iván de los Ríos, que transmitía un reflexivo y hondo amor por la obra de Hilsenrath (y por la literatura en general). Y eso se agradece, sobre todo cuando la presentación de un libro corre el peligro de convertirse en un circo.

2.- Lo mejor de todo: Edgar Hilsenrath es un señor que tiene 83 ¿o son 84? años. Es decir, que él, a estas alturas de la vida, NO tiene que vender nada. Y si a Hilsenrath no le apetecía contestar a una pregunta tonta, no la contestaba.
A mí en realidad no me hacía falta conocerle en persona para saber que es uno de los hombres más libres que he leído. Y hablo de libertad sin pudor. Y sin exagerar.
Fuck America es una novela irreverente, hiriente, mordaz. Transgresora, en el sentido profundo de una palabra tan gastada. Escrita hace más de 50 años, da mil vueltas a todas esas novelas baratas sobre experiencias "límite".
Hilsenrath es un sabio señor judío que se ríe de sí mismo, se ríe de Alemania, de Europa, de América, se ríe del dinero, de la emigración, de la política, de la literatura y los escritores, de la historia, de la vida y de la muerte, del sexo, de los sueños y de las promesas.
Hilsenrath no tiene nada que ver con Lanzmann ni con W.G. Sebald -como ayer sugerían varios asistentes a la presentación. Hilsenrath es un escritor aparte. Eso se ve a primera vista, en cuanto se empieza a leer su novela. El impacto que ha tenido Fuck America en mí no puede ser ampliado, ni siquiera por el propio autor. Es en ese sentido en el que me siento decepcionada.
Edgar Hilsenrath no estaba ayer en el Instituto Goethe.
Edgar Hilsenrath está en su libro, sigue y seguirá estando ahí.

(3.-) Por cierto, la editorial (Errata Naturae) es la misma que ha traducido y publicado El niño criminal. Ese es mi libro del 2009, sin ninguna duda, el que me ha devastado y me ha inyectado la fuerza para resistir y sobrevivir un año más. Y el que sigo leyendo y releyendo.

jueves, 4 de marzo de 2010

He mandado a la mierda mis propios planes literarios. No hay nada peor que estructurar y organizar el placer. Es tan absurdo como apuntar en la agenda la hora a la que vas a follar. Ahora leo sin ningún tipo de orden, dejando que los libros me secuestren. Así, por casualidad, cayó en mis manos Push de Sapphire, la biografía de Mengele, o una joya sorprendente: Fuck América, de Edgar Hilsenrath, a quien espero poder ver en el Goethe-Institut ¡HOY!, si logro llegar hasta allí.

my name is

Me encierro como si no necesitase nada del mundo. Como si todo estuviese aquí, en el horno, en el fregadero, en los libros, en la cama. Lo imprescindible a mi alcance. Sin embargo, hay una excepción diaria. Huyo de lunes a viernes, entre 20 y 22, para aprender inglés. Y cuando vuelvo, y me asfixio, pienso que vivo en Nueva York. Sobre todo los domingos.

¿Cuánto puede durar esta fiesta, esta farsa? Ni se sabe.